Forastera de pura cepa

 


La conocí atravesando un mercado para robarme entre la multitud. Nuestras citas eran en azoteas o en tejados cualesquiera. Su aura puro misterio, sus ojos pura adicción. Forastera de pura cepa, sin otra joya que las estrellas distantes, sin otro nombre que su apodo temerario …ése que usaba para olvidarse así misma de estar viva, para recordarse que es nadie.

Tan fuerte y a la vez tan frágil, capaz de amar, incapaz de dejar amarse, sin otro tesoro por el que hacerme rogar salvo el que llevaba consigo, inherente al mapa en su cuerpo que formaban sus tatuajes.

Ladrona profesional, había metido sus manos mucho más profundo que en mis bolsillos, devolver mi billetera en aquel mercado solo fue un presagio del destino. Vino luego por más, por mi voz susurrando su nombre despacio, por mis ojos contemplando las curvas en sus tractos, por todo lo que un ladrón común no podía robar.

—Gabriel Brito


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